Y los regímenes emanados de la revolución mexicana engendraron las nuevas reglas del juego (“Todo a su tiempo, pero el tiempo me nombro su único representante”) y el país engendró las masas que lo fueron poblando ( a veces exhaustivamente) y el Estado y su conversión en alta sociedad y nación engendró premios, honores y sitios de reconocimiento y pocos cupieron y pocos sintieron la profunda emoción de esta noche pero a todos se les llamo corruptos, incluso a quienes no solicitaron la entrada y prefirieron la militancia, la marginalidad o la confusión. Y Don Porfirio ( que cada día se parece mas a buda) y las estatuas de marfil con el nombre de quien develo la placa y el multitudinario poder retentivo del primer peldaño de la pirámide y las victimas a pesar de ser suyo y los indiferentes a pesar de ser suyo y los verdugos a pesar de ser nuestro y la crisis económica ataviada como paréntesis entre dos prosperidades y el vacío de poder lleno de solicitudes de empleo y algunos personajes respectivamente llamados y por ejemplo Agustín Lara, David Alfaro Siqueiros, Fidel Velázquez, José Alfredo Jiménez, Irma Serrano, Salvador Novo o Isela Vega se han ido integrando en un solo haz que, por darle algún nombre, puede llamarse realidad, gran familia Mexicana o lo que sea su voluntad… y, así las cosas, cunden no sin escepticismo o desanimo, los preparativos, para homenajear a la Empresa y modernizar el escenario en donde – mientras no dispongan otra cosa las masas organizadas- hagan su debut otras figuras y otras situaciones, variantes y subsidiarias de la ya ruinosa estabilidad. C.M.