
En las últimas décadas del siglo XVI, la fuerza de España se vio empujada de golpe hacia el Atlántico. Un poderoso movimiento bascular la llevaba del mediterráneo al océano en que habría de defender su existencia amenazada. Interesarse por este juego subterráneo de causas y efectos, por esta física de la policía de España, equivalía a salirse de los cuadros tradicionales de la historia diplomática y estudiar el Mediterránea dentro de la dialéctica complejísima del espacio y del tiempo. Esta obra, ya clásica, se divide en tres partes, cada una de las cuales es, de por sí, un intento de explicación del conjunto. La primera trata de una hispirá casi inmóvil, la del hombre en sus relaciones con el medio que lo rodea; historia inmóvil se alza, en un segundo nivel, una historia de ritmo lento: la historia social de los grupos y de los Estados, de la economía y de las civilizaciones. Finalmente, la tercera parte es la historia de los acontecimientos, de oscilaciones breces, nerviosa. Se llega así a la distinción, dentro del tiempo de la historia, de un tiempo geográfico, un tiempo social y un tiempo individual; planos que, supuestos, no pretenden ser otra cosa que medios de expresión, gracias a los cuales pueden fijarse aquellas grandes corrientes subterráneas, cuyo sentido sólo se nos revelan cuando abrazamos con la mirada grandes periodos de tiempo.
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