Es preferible olvidar el vano intento de pautar el aprendizaje escolar gracias a planes estrechos del tipo «pequeño objetivo - pequeño contenido - breve actividad - pregunta de un examen».
Conviene, por otra parte, evitar las listas pretendidamente exhaustivas de contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. Y optar más bien por el tipo de plan «grandes fines, grandes temas, actividades amplias, evaluación de procesos y productos cotidianamente realizados».
El logro de las grandes finalidades que orientan la planificación abierta se va manifestando en el transcurso del tiempo escolar de muy distintas maneras, algunas no previstas pero reconocidas a posteriori.
Evaluar para ayudar a aprender
(…) queremos enfatizar el principal rol de la evaluación en la escuela básica: ayudar a que las y los estudiantes aprendan. (…) y la evaluación bien entendida ocupa en ese sentido una posición de primer orden: orienta, devela, permite corregir y completar, estimula la metacognición…
Ofrecemos sugerencias para la evaluación que necesitamos: centrada en la ayuda para seguir aprendiendo y en la más completa formación del estudiantado. También nos ocupamos de las acciones que deben tomarse una vez conocidos sus resultados.
La evaluación ha de fluir con el desarrollo de las actividades de aprendizaje escolar y ha de contribuir a que ese aprendizaje sea profundo, integral y ameno: un estímulo en la vida de las y los estudiantes y de sus docentes.