
La poesía de Sore es comparable con la música que utiliza para encantar serpientes, llena de movimientos, de ondulaciones que bailan dentro de los recovecos de un cerebro que no entiende bien que pasa, porque la poesía, se supone, no es así. Son sentimientos que encuentran un canal en las repeticiones, en las palabras que surgen de las necesidades de expresar lo que de otra manera es imposible. En los poemas de Sore, las letras se mezclan con la carne, aquella ansiosa de más carne, humana por supuesto. Junto a esos poemas se sale a recorrer una ciudad cada vez más llena de estímulos. Una ciudad más alienada, pero que a través de los eros-versos se humaniza tanto que dan ganas de llorar. Una ciudad que algunas veces alcanza a oler a campo y a todas las sustancias que habitan en él. Y que otras veces huele a la desolación del concreto.
Escuchar a Sore es toda una experiencia. En su voz no se distinguen muy bien los límites entre lo lirico, lo pictórico y lo musical. Es imposible no dejarse llevar por esa fuerza, esa contundencia que arrastra el alma a una estepa onírica llena de criaturas nunca antes vistas. Imagen semejanza del rock´ n´ roll.
Contedo
Comentarios a la obra
Ojalá fuera este el último día de la espera
Verde
Me gustas
La esperanza
Me parece muy bien
Presencias
Irse sin desaparecer
Persecución
Eco Creación
La Maga
El duende
Huele
Ojos in-versos en-versos
Buscando lo que no hay
A imagen y semejanza
Sostener el cielo
Batalla
Cierra los ojos
Mundo
Arcamadachch
Alquimista en el portal de los encuentros
¿Qué sigue?
Interna
La idea es precipitarse
Volvería a hacerlo
Inercia enrazada en modorra
La poesía da el nombre de la sabiduría
Ventana al cielo de la certeza
Estacionarse en ese instante del tiempo
Pensamiento aborigen
Domina las formas y las sombras
Leche negra
Música de efemérides flotantes
Saben de ti
De-formación
Otra vez amarrada en la palabra
Hay espacios sinuosos