No espere nadie hablar de “filosofía colombiana”, es decir, esa actividad resultante de vernos individuos, huérfanos, y la viva necesidad de tener Padre y Madre, y que esa actividad tenga como hilo histórico las características de un pueblo, una gente, una patria, tal como sucede en las filosofías indú, persa, judía, griega, francesa, alemana, inglesa…
Usted sí halla escritorios filosóficos colombianos, pero es una actividad sin patria, sin pueblo; anárquica, como anárquica es nuestra “república”, colonial, como colonias son estos países suramericanos. Filosofía, culto religioso, arte, etc., que unas veces son francesas; otras alemanes; otras anglosajones; ya rusos; ora, hindúes, según la moda que impere. ¿Pero algo vital, manifestación de un pueblo, de una gente? ¡Nequaquam!
Esta ley de que todo tiene que estar vivo en uno para que pueda ser vivo en la manifestación, debe grabarse, vivirse muy bien, antes de que se principie a filosofar, a legislar, a escultural o a pintar, a cantar y a danzar…
CONTENIDO
Presentación
Introducción: Problemática sobre la historia de las ideas filosóficas
Apéndices