Limitando nuestras investigaciones y restringiéndonos a la unidad de un único ejemplo, esperamos llegar a una estética concreta, una estética que no estaría afectada por polémicas filosóficas, una estética que no estaría racionalizada por cómodas ideas generales. La llama, la llama sola, puede concretar el ser de todas sus imágenes, el ser de todos sus fantasmas. [...]
Sería necesario más de un libro voluminoso para estudiar todas las metáforas que la llama sugiere a la literatura. Podríamos preguntarnos si no es posible asociar la imagen de la llama a toda imagen más o menos brillante, a toda imagen que pretende brillar. Escribiríamos, en ese caso, un libro de estética literaria general en el que clasificaríamos todas las imágenes amplificadas por la introducción de una llama imaginaria. Sería un placer escribir esa obra que mostraría que la imaginación es una llama, la llama del psiquismo. Pasaríamos la vida escribiéndola.
Prólogo
Capítulo I. El paso de las velas
Capítulo II, La soledad del soñador de vela
Capítulo III. La verticaluidad de las llamas
Capítulo IV. Imágenes poéticas de la llama dela vida vegetal
Capítulo V. La luz de la lámpara
Capítulo VI. Mi lámpara y mi papel blanco