Mientras aprendemos matemáticas o inglés a través de una app, una web o un libro de texto digital, se recogen innumerables datos sobre el proceso de aprendizaje a cada estudiante y abren nuevas posibilidades, algunas de ellas fascinantes. Sin duda, servirán para que la educación responda a las exigencias de un mundo en constante cambio.
Este entusiasmo que despiertan a priori los big data suele venir acompañado de desconfianza. Y es que si se piensa que podría haber un retrato basado en datos reales de cada estudiante, de cada persona finalmente, enseguida surgen los interrogantes en cuanto a la despersonalización, la privacidad o el derecho al olvido. Al final, no deberíamos estar dispuestos a aceptar una cookie sin saber quién y para qué se usará nuestra información.
Los autores, que nos dejaron boquiabiertos con Big data. La revolución de los datos masivos (Turner, 2013), profundizan en este ensayo sobre el potencial y el riesgo de los big data aplicados a la educación a través de ejemplos y casos reales.
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