(París, 1932) es, sin embargo, un hombre de 80 años, pequeño y modesto. “Nunca he ganado un Nobel ni aspiro a ello”, afirma relajado el nieto de Pierre y Marie Curie e hijo de Fréderic e Irène Joliot-Curie, todos ellos galardonados con el más alto reconocimiento a la investigación científica. “Agradezco a mi familia que me haya transmitido el amor por la investigación y que me motivara a ser bueno, pero no el mejor”. Para Joliot-Curie, biólogo especializado en la fotosíntesis, la competitividad es destructiva. Él, que no se deja intimidar por los logros de sus antepasados, entiende la ciencia como un arte. El arte de hacer descubrimientos de fenómenos que se correspondan con la realidad. Para ello es imprescindible la imaginación, el riesgo y no temer al error.