
Ver amorosamente pese a todo, el dibujo en tres actos, es un libro producto de la experiencia, el afecto y una profunda convicción en las posibilidades del ver y del dibujar. A partir de unos pocos autores, y de las resonancias entre ellos, Francisco López nos introduce en la pasión por el dibujo, entendiendo que éste más allá de un asunto técnico es una práctica amorosa perceptiva y ensoñadora. Con Roland Barthes y sus Fragmentos de un discurso amoroso nos invita a vivir el libro como una experiencia afectuosa, tanto para él como para el lector, con el convencimiento que es desde lo sensible como aprendemos y nos vinculamos con el mundo. Desde Georges Didi Huberman y sus textos Lo que vemos, lo que nos mira y La imagen mariposa, nos hace comprender que la simplicidad de la forma no significa la simplicidad de la experiencia: hay cosas sencillas, pequeñas, mínimas, imperfectas, que al verlas nos miran; nos interpelan propiciándonos intensidades sensibles y poéticas. Con Gaston Bachelard, y su poética del espacio, ratifica lo anterior: cualquier lugar, cualquier espacio, está pleno de mundos para un soñador de rincones, objetos, ventanas, puertas. La casa protege al soñador.
De Italo Clavino recoge sus seis propuestas para este milenio: levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad y consistencia. Se las apropia como principios estéticos y éticos y especialmente las emplea para proyectar imágenes en una mesa como escenario de apariciones. Todas sus figuras nacen “realmente” en el libro con la magia del dibujo y del movimiento.
Al final del libro el autor nos recuerda que más que un libro de oficios técnicos estamos frente a una pedagogía de la visualización. De paso, pone de presente algo tan elemental como olvidado: la pedagogía es, o debería ser, un acto tan amoroso como artístico.
CONTENIDO
Presentación
Ver, dibujar, soñar y enseñar
Acto I.
Acto II.
Acto III.