Armando Villegas es un gran pintor peruano-colombiano (nacido en 1926 en Pomabamba, Ancash, Perú).
Estudió primaria y secundaria en el Colegio Nacional Guadalupe en Lima y en 1950 se graduó en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú con el título de profesor de dibujo y pintura.
En diciembre de 1951, llegó a Bogotá (Colombia), para ingresar en 1952 como becado a la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia, realizando un Postgrado en pintura mural, con el pintor muralista Ignacio Gómez Jaramillo y se radicó definitivamente en Colombia.
En 1953 egresó de la Universidad Nacional de Colombia, con postgrado de Maestro en Pintura mural. Estos años de estudios en Bellas Artes, colaboró con la Galería de Arte El Callejón de Bogotá, en donde se vinculó con lo más selecto de los intelectuales, políticos, y artistas jóvenes de la capital de aquel momento.
En esa misma galería en 1954 presentó su primera muestra individual profesional, inaugurada por el escritor Gabriel García Márquez, quien dijo: “Tengo la satisfactoria impresión, de estar asistiendo al principio de una obra pictórica asombrosa”. Desde esto su actividad artística ha sido permanente al igual que su actividad docente, ha sido reconocido como trabajador e investigador incansable, abarcando distintos campos expresivos. Considerado en América Latina uno de los precursores de la abstracción, al igual que Fernando de Szyszlo, en Perú, y en Colombia Marco Ospina, Eduardo Ramírez Villamizar, y Edgar Negret.
Su gran aporte al arte abstracto es atribuido al ser uno de los primeros en explorar en la profundidad de los diseños precolombinos peruanos, sustentados en su cultura quechua de profunda raigambre indígena, lo cual el artista adopta y plasma como constante de identidad en sus obras.
Durante las décadas de 1950 y 1960, con la tendencia abstracta alternó en certámenes internacionales representando a Colombia al lado de artistas como Alejandro Obregón, Fernando Botero, Guillermo Wiedeman, Enrique Grau, y Eduardo Ramírez Villamizar. Esta élite de artistas representa históricamente en sentido paradigmático el nacimiento del Arte Moderno en Colombia. En 1957 fue contratado por la Gobernación de Antioquia en Medellín (Colombia), para dictar un taller de Arte sugerido por el entonces Secretario de Educación Leonel Estrada.
Permaneció aproximadamente un año en Antioquía, motivando la generación de jóvenes artistas de esa región, y con su versatilidad creadora contagió e influyó a los jóvenes hacia el campo de la investigación en el arte, utilizando distintos medios materiales no tradicionales. Su aporte fue definitivo para la formación del movimiento vanguardista de artistas antioqueños. En 1958 viajó a Washington invitado por José Gómez Sicre, quien entonces era director de la Sala de exposiciones de la Unión Panamericana para exponer allí; siendo éste su primer contacto con los Estados Unidos, tuvo allí la oportunidad de relacionarse con artistas de su generación como José Luis Cuevas, Rodolfo Abularach, y otros artistas latinoamericanos del momento.
Es reconocido en Colombia también como el único exponente del Realismo Fantástico en las artes plásticas, el cual cultivó más de dos décadas, después de haber dejado la abstracción al principio de la década de 1970. En 1973 viaja a República Dominicana como promotor artesanal encargado por la O.E.A. debido a que en Colombia había sido pionero en la artesanía artística. Se vincula a los medios culturales Dominicanos, y es justo allí, inspirado por el contacto directo de su espíritu Andino con la atmósfera del Caribe, en dónde empieza a gestar aquellos personajes de su iconografía fantástica, los cuales han prevalecido hasta hoy en el inconsciente colectivo nacional e internacional.
En 1977 viajó a México donde intercambió conceptos con el maestro Rufino Tamayo. Así mismo mantuvo una estrecha amistad con el maestro ecuatoriano Oswaldo Guayasamín, entre otros. Simultáneamente con esta tendencia figurativa no dejó de explorar otros campos como el collage, construcciones en distintos materiales y reciclajes, ensamblajes, esculturas blandas y en bronce. Los cuales gravitaron en su totalidad en los compromisos que el artista ha tenido para exponer tanto a nivel nacional como internacional.
Se destacan especialmente exposiciones en la Feria Internacional de Basilea (Suiza) en 1984, Seúl (Corea del Sur) invitado por la Universidad de Dankook como la primera muestra individual que realizaba un artista suramericano como exponente del Realismo Fantástico en las artes plásticas, Tokio, y Nueva York entre otras. En 1986 viaja a Santa Marta (Colombia) por estrechos vínculos familiares. Allí, conmovido por la solemnidad del paisaje de San Pedro Alejandrino visualiza la posibilidad de rendirle un homenaje al Libertador Simón Bolívar, en el lugar en donde dejara de existir; siendo gestor, fundador, y primer director de un museo con la participación de lo más representativo y selecto de la plástica de los países Bolivarianos, hoy Museo de Arte Contemporáneo Bolivariano de Santa Marta, Colombia. En 1993, recibió la nacionalidad colombiana de manos del entonces Presidente de Colombia, César Gaviria. Pocos días después de su nacionalización, viajó a Cali para presentar su última exposición personal.
A pesar de su larga residencia en Colombia, donde se nacionalizó, nunca olvida su origen peruano. Varias veces viaja al Perú a presentar sus exposiciones individuales. En Bogotá trabajó como agregado cultural de la Embajada del Perú en Colombia.
En el nuevo milenio, a partir del año 2002, abrió un espacio simultáneo a su obra de la figuración, y retoma la abstracción que practicó durante los inicios de su carrera, de los años 1950 a 1971. En ese momento su obra tiene un espíritu tanto juvenil como maduro desde el punto de vista creativo, demostrando en sus obras resultados certeros, siempre sustentados en sus raíces precolombinas ahora con mucha más fuerza y seguridad, utilizando para ello recursos materiales y técnicos acordes con el tiempo histórico en que vive, y argumentado en más de medio siglo de estudio, experiencia e investigación y constancia. Una de las grandes virtudes de Villegas, es ser prolífico, y que su obra ha sido siempre controversial por su espíritu creativo para imponer distintas variantes, abstracción, tendencia figurativa, cubismo, etc, y así crear durante toda su trayectoria, una gama de posibilidades que debe tener el artista para demostrar su amplio horizonte en el campo de la creación. Su verdad es que el artista permanentemente debe estar en la búsqueda de distintas posibilidades para recrear su imaginación. Sin olvidarse de sus orígenes y terruño, mantiene los ojos y la mentalidad abierta para percibir todos los influjos que vienen, inmersos en esas raíces profundas como testimonio de su identidad en el mundo.
Su estudio en Bogotá (Colombia), como lo define él mismo, es un laboratorio de inquietudes que hacen volar la imaginación. Ha recibido distinciones notables por sus aportes a la cultura latinoamericana, y sus obras se encuentran en varias colecciones particulares, y en museos nacionales e internacionales tales como los de: Israel, Suecia, Argentina, Brasil, Caracas, México, Nueva York, Washington, La Unión Panamericana, el Instituto de Arte de Chicago, y el Instituto de Arte Contemporáneo de Lima, Perú.