Los libros de Francesca Gargallo quieren destapar los otros mundos que en este mundo tienen el volumen del suburbio. Consagrados a ello, van penetrando dimensiones: como el poder, el amor y la amistad; en una palabra: las relaciones humanas. En Los extraños de la planta baja el lector tropezará con el anarquista Simón, viejo y borracho que alguno tiene de fantasma se da la gran revuelta: la amistad como espacio de revelaciones, entre mujeres y entre algunos hombres.
Como torrente de agua que va limpiando inmundicias, Francesca nos muestra amores no ligados estrictamente a la pareja, sino a la libertad; también se despacha con críticas a la moral del evangelio, con su tendencia al martirio.
Escribiendo, dando clases y peleando, Francesca se resiste brutalmente a un mundo dominado por el deber ser y sus archipiélagos de normas, críticas y no escritas. Los que la conocemos lo sabemos: busca el envés.