
El Popol Vuh es una de las sobras más importantes y hermosas de la humanidad. Su sabiduría narrativa; se entrañable ritmo donde intuimos correspondencias con el ritmo del cosmos; su danza de metamorfosis que es la misma que se desprende de la “eficacia simbólica” del mito, concurren para darnos lo que José Lezama Lima llamaría “la imagen evaporada” de una cultura: su densidad espiritual, si intuición de la belleza como manifestación de la naturaleza y el cosmos; su afirmación de vida.
Desde la fuerza de su oralidad, desde la primera versión en alfabeto latino, en el manuscrito de Cibchascastenango, de mediados del siglo XVI; desde la primera traducción de Fray Francisco Ximénes, en 1722; y, a partir de entonces desde sus diversas traducciones el Popol Vuh ha producido el asombro de la humanidad por su saber cosmogónico, por la complejidad representada en su relato del trabajo de la creación del ser y del lugar del hombre en el mundo; en el juego metamorfosis y la multiplicidad de mundos; en nuevos caminos de la espiritualidad. La representa edición del Póopol Wuuj, bajo el erudito cuidado y la sensibilidad poética de Rubén Reyes Ramírez; y la “curaduría” y traducción por parte de un gran equipo de traductores coordinados por el maestro y especialista del alengua y la cultura maya Fidencio Briceño Chel, en edición bilingüe (maya yucateco y español) entrega la obra al hablante maya yucateco que nos es contemporáneo; y realiza un trabajo de traducción al español sin antecedentes; en esta edición el gran libro de los mayas realiza su profunda metamorfosis hacia su condición originaria y produce de este modo un renacimiento de la obra que se ofrece al lector del siglo XXI.