
Los niños que querían hacer una película ilustra cómo deberían jugar los padres con sus hijos: se trata del juego de la imaginación y de las múltiples dimensiones que solo la mente es capaz de lograr. En esta gran historia, la mente de estos niños opera sin duda como un proyector de videos o películas. Así, lo que en principio para Alejandra y Andres era un mundo proyectado en blanco y negro, y que luego se va tornando muy oscuro a medida que se avanza en el cuento –que es lo mismo que decir en el viaje-,se vuelve, gracias a su padre, un mundo de sensaciones; de colores, olores y sonidos que van desde “El mar del color del vino”.