
Desde sus primeros días, lo que más quieren los niños es aprender, descubriendo de qué se tratan y de qué están hechos el mundo y la vida. Su autor sostiene que el gran desafío de la educación moderna es preservar la curiosidad intelectual y el placer de descubrir un mundo complejo que evoluciona.
Todos los niños son “aprendedores” apasionados, tanto así que podría pensarse que esto que hoy se llama “trastornos de aprendizaje” en realidad no son más que bloqueos a la motivación natural y espontánea. Lo que más quieren los niños es aprender. Disfrutan haciéndolo. Mediante sus juegos resuelven problemas y van adquiriendo destrezas, habilidades y conocimientos,. Según Fried, ese ímpetu se ve amenazado cuando los niños ingresan al sistema escolar. La rigidez de los currículos, los profesores que desconocen la realidad particular de sus alumnos, el juego de la autoridad y la importancia de las notas hacen que muy pronto los niños pierdan el gozo por aprender.