Indagar y analizar las relaciones que pueden tenderse entre las prácticas artísticas y la experiencia de la violencia política en Colombia desde una perspectiva en la que confluyen una mirada desde la estética y los estudios sociales, implica asumir una suerte de posicionamiento; no tanto en el sentido de justificar el hecho de hacer referencia a las prácticas del arte como objeto de estudio, pues en tanto modo de hacer humano, el arte ha tenido históricamente un lugar de referencia en las disciplinas sociales, bien sea como forma de expresión e incluso de problematización de cuestiones que inquietan tanto a los creadores como a los públicos o, en tanto sus procesos expresivos permiten valorar formas concretas de experiencia e interacción con el mundo y con los otros.