
En su libro Salvo el crepúsculo, Julio. Cortázar habla sobre sus amigos, a quienes se refiere como 'livianamente hermanos del destino, dioscuros, sombras pálidas, me espantan las moscas de los hábitos, me aguantan que siga a flote en tanto remolino''. En el juego de la vida, como en su literatura, la amistad fue un motor que lo condujo permanentemente. Corno valor más preciado, lo llevó a encontrar diferentes pensamientos y culturas que lo llenaron de experiencias y le dieron elementos esenciales y fundantes para escribir.
Bajo el riesgo de sonar atrevido, puedo pensar que en Cortázar se, expresan tres formas de amistad. La primera y más estudiada es la de aquellos encuentros con seres entrañables como la familia Jonquieres, relación que nace en la capital argentina y llegará hasta el fin de su vida, revelada en las cartas de María Rocchi y Eduardo con Julio y Aurora, cuya belleza resulta entrañable. Existieron otras relaciones como la que sostuvo con Armando. Calveyra, Francisco. Luis Bemárdez (familiar de Aurora), los Burd, Claribel Alegría, Jean Bamabé, Jean Thiercelin y muchos otros que fueron sus confidentes, tanto en Buenos Aires como en París, bajo un carácter más personal y afectuoso.