La mañana del primero de mayo, a eso de las seis de la mañana, se escucharon los primeros disparos. Poco a poco la pequeña iglesia se llenó de niños, niñas, mujeres y ancianos que buscaban refugio mientras afuera zumbaban las balas y explotaban los proyectiles.
Alicia y su hermano grande, en medio del caos y el desconcierto, corrieron con la multitud monte adentro, sin saber por qué ni hacia dónde.
Estás invitado a disfrutar de una historia en que el desplazamiento y la guerra dejadas a un lado por el protagonismo del amor y la esperanza.
CONTENIDO