
El escenario natural para estudiar las posibles relaciones entre ciencia y arte es, sin duda alguna, el período conocido con el nombre de Renacimiento italiano. Hombres de ciencia como Benedetti, Galileo y Kepler adelantaron su trabajo científico influenciados en gran medida por sus orientaciones teóricas en relación con el arte: Benedetti y Galileo estaban especialmente interesados en las artes pictóricas, en tanto que Kepler y Galileo compartían una profunda admiración por la música. Hombres de arte como Piero della Francesca, Leonardo da Vinci y Durero sintieron la profunda necesidad de arraigar su práctica artística en principios universales provenientes de la matemática y la física. El matrimonio entre ciencia y arte produjo beneficios que se pueden sentir en cada uno de los extremos involucrados. A manera de ejemplo, los pintores adquirieron técnicas que les permitió representar en forma más convincente los espacios que exigían la presencia de la tercera dimensión, los científicos se vieron animados a discutir matemáticamente los fenómenos asociados con la percepción, y, por último, los matemáticos abrieron la posibilidad de construir y desarrollar una nueva rama adscrita a sus disciplinas, nos referimos a la geometría proyectiva.