La cotidianidad y la creación literaria son estados de pesadez, inacabamiento y proyectos de destrucción en sí mismos. Los poemas de Sorbos de bilis no le abren puertas a ningún paraíso, han renunciado al hechizo de las formulaciones de toda belleza. El lenguaje parece haberse eclipsado con una expresión libre y directa, con poca asistencia de la metáfora; por eso, lo nombrado se lee impregnado de realismo, en un sentir y vivir atestiguado por el tedio, el aburrimiento y sus dosis de ironía. Así está concebido el libro. Y como el tedio es su materia viva, el poeta asume la poética del fracaso tanto en los límites de la vida cotidiana como en la escritura.
Nelson Romero Guzmán