El presente libro se apoya en la metáfora del barco ebrio. Esta figura es usada por Michel Foucault para proponer una manera de la comprensión de la locura concebida como oposición a la racionalidad y como marginalidad. Esta metáfora se despliega en el libro para inaugurar un nuevo barco ebrio que piense la formación en condición de habitabilidad, horizontalidad y dotada de sentido. Un barco de papel plegado por el siglo XX y desplegado con conceptos como espacios vitales, prácticas estéticas y rumba. El nuevo plegado para este barco ebrio que el siglo XXI está exigiendo permitirá navegar en la formación como narración, en las potencialidades de lo porvenir y en la inauguración permanente de comunidades de sentido. Esta es la perspectiva del doble sentido que la palabra enrumbar connota: por un lado, el ejercicio de dar un rumbo distinto en perspectivas significativas de los procesos formativos, y por el otro, el ejercicio de hacer del aula un espacio de disfrute.