Tenemos aquí un armazón teórico que puede y debe ser trabajado para potenciar las emancipaciones, un trabajo imprescindible en un período particularmente opaco y oscuro que debemos trasmutar en luz y amor para salvarnos como humanidad en el planeta tierra.
Sistemático y profundo, su autor no hace concesiones a modas teóricas. Consciente de su labor, se empeña en hacer comprensibles los conceptos que maneja, por más abstractos e intrincados que sean. Así, consigue mostrar cómo la biopolítica y el biopoder operan en concreto en nuestras sociedades e imaginarios colectivos. Y no hace concesiones siquiera a los de abajo, a quienes inculpa: “La biopolítica del neoliberalismo y sus dispositivos disciplinarios contaron siempre con el consentimiento de los dominados”.
De manera rigurosa, Pablo Dávalos la emprende contra las democracias neoliberales que disciplinan y someten. Nos recuerda, primero, que fue el terrorismo de Estado el que abrió las puertas al terrorismo económico que llamamos neoliberalismo. Y que más tarde alientan formas controladas y restringidas de gimnasia electoral para avalar el ajuste neoliberal y convertirlo en permanente. Con la conversión de la política en espectáculo, arribamos a lo que Dávalos define como democracias panópticas, que son las mejor dotadas para controlar, sujetar y disciplinar a los movimientos sociales.