
El nuevo modelo de desarrollo en Colombia implementado desde hace más de dos décadas sugiere, entre otros, grandes cambios en los mercados laborales, expresándose en mayor movilidad y “flexibilidad” de la fuerza laboral, de acuerdo con las premisas de la llamada internacionalización de la economía. La flexibilidad laboral lleva a fenómenos como el desempleo y la precarización del empleo. Es más, estos dos elementos constituyen procesos centrales de la reestructuración dela economía y del trabajo. A inicios de la década pasada se evidencia un incremento en los niveles de desempleo que afectan a gran parte de la población, especialmente a los grupos más vulnerables como las mujeres y los jóvenes. Una mirada a este problema desde la economía con enfoque de género nos muestra que las modificaciones en el proceso productivo y en el mercado de trabajo no tienen las mismas consecuencias para mujeres y hombres, como tampoco tiene efectos similares para todas las categorías de trabajadores.
La perspectiva de la economía con enfoque de género se posiciona cada vez más en el ámbito académico, particularmente si se adoptan postulados diferentes a los de la economía neoclásica. Dicho enfoque aporta a la comprensión y reconceptualización de la teoría y práctica económica y social, en tanto entiende que el trabajo involucra, además, las tareas del cuidado. Esto es la reproducción social de los miembros del hogar. Una gran proporción de la población se dedica a estas formas de producción no remuneradas (no generan valor) directamente relacionadas con el mercado (actividades generadoras de valor). Labor que concentra a muchas mujeres como trabajadoras no remuneradas en empresas familiares, en el trabajo doméstico y en el trabajo comunitario. Ambas dimensiones (pública y privada) están estrechamente relacionadas, pero no siempre se examina diferencialmente los vínculos de mujeres y hombres con el mercado laboral, enfatizado en sus consecuencias sobre comportamientos, preferencias y elecciones.